Detrás de cada gran movimiento social hay una historia que lo impulsa. La de Wawa Warmi —»niño y mujer» en quechua— comenzó en 2019, cuando Karla Ore Arce decidió transformar su experiencia con la violencia familiar en un propósito de vida: ser la voz de quienes no podían alzar la suya.
Lo que empezó como una búsqueda de justicia personal se convirtió en un movimiento colectivo. Jóvenes universitarios, profesionales comprometidos y voluntarios se unieron para llevar ayuda a los rincones más olvidados de Arequipa. Pero lo que encontraron en esas comunidades los cambió para siempre: no solo había violencia familiar, sino también abandono institucional, frío extremo y desatención en salud.
La evolución de una causa:
- Campañas contra las heladas
- Donación de útiles escolares
- Jornadas de salud gratuitas
- Celebración navideñas solidarias
Con orgullo bien ganado, son la única asociación que llega sistemáticamente a las zonas más remotas de la región, desafiando la geografía y la indiferencia.
El verdadero motor:
Wawa Warmi no depende de financiamiento externo. Se sostiene por el esfuerzo puro de sus integrantes, que organizan actividades para autofinanciar cada campaña. Es ayuda que nace desde adentro, sin intermediarios ni burocracias.
Su labor no es solo asistencial: es humana, transformadora y construye puentes en una sociedad fragmentada. Porque como bien dicen: «Cuando ayudamos con el corazón, todo esfuerzo vale la pena».
Una lección de que las mayores fortalezas suelen nacer de las heridas más profundas. Los que quieran apoyar o unirse al voluntariado escriban a sus redes sociales de Wawa Warmi.
Creo en Dios sobre todas las cosas.
Orgulloso padre, arquitecto, diseñador y fotógrafo con una pasión por la tecnología y los deportes. En mis tiempos libres, disfruto cazando zombies mientras busco La Chispa Suprema.
